martes, 11 de mayo de 2010

Diario de un reportero


Luis Velázquez

DOMINGO

El síndrome del reportero

Héctor Fuentes Valdés lee una crónica donde un periodista cuenta la historia del día, pero tentado por la vanidad y la soberbia, habla de sí mismo, como si él fuera el personaje noticioso.

Así, Héctor Fuentes llega a la siguiente conclusión: hay un momento en la vida en que un reportero de la nota roja, por ejemplo, de tanto contacto con la sangre, llega a sentirse inspector de policía; un reportero de deportes se siente, en automático, entrenador técnico de los Tiburones Rojos; un reportero de sociales corre el riesgo de sentirse Madonna y/o Elton John, y un reportero de información general, de tanto cubrir la fuente política, llega a sentirse el presidente municipal y/o hasta el gobernador.

Se trata de una maldición gitana, donde con frecuencia el trabajador de la información pierde el piso y cree que los personajes públicos lo buscan por su valía personal, cuando simple y llanamente, lo están utilizando.

¡Y ay de los reporteros que caigan en la trampa, creyendo que todo a su alrededor es en serio!

LUNES

20 años no es nada

Veinte años después, el reportero Alberto Domingo, el gran prosista de la revista Siempre!, presentó su renuncia al director, su jefe y amigo, José Pagés Llergo, por cierto, el único periodista de América Latina que entrevistara a Adolfo Hitler, en la plenitud del poder.


--¡Caray, Alberto, por qué te vas… si te quiero como hermano, si eres fundador de Siempre, si hemos trabajado juntos tanto tiempo!

Alberto Domingo se compuso los lentes que le resbalaban por la nariz y con aplomo y serenidad, dijo:

--¡Por eso me voy!, porque en veinte años, tú te has enriquecido y yo sigo igual de jodido.

Alberto Domingo guardó en una caja de jabón Octagón las libretas de taquigrafía y algunos libros, salió de las oficinas de Siempre en la calle Vallarte número 20, en la ciudad de México, y se fue a un periódico a empezar de nuevo en la aventura periodística.

MARTES

La soberbia de Hemingway

Un día, trabajando en el diario Toronto Star, Ernesto Hemingway viajó por vez primera a Africa, donde permaneció un mes, y a su regreso escribió doce reportajes sobre la vida cotidiana en el continente africano.

Pero Hemingway era, entonces, un joven de 24 años, soberbio y arrogante, y el director del periódico decidió castigarlo, guardando los textos en un cajón de su escritorio.

--Mi trabajo aquí, recordó el director, es estrellar… a las estrellas.
Así, en la diaria neurastenia del ejercicio periodístico, el director se fue olvidando, poco a poco, de los reportajes de Hemingway, de tal manera que transcurrido el tiempo, Hemingway renunció al cotidiano y se fue a otro medio a seguir haciendo brecha.

Años después, el director falleció y cuando sus hijos tomaron posesión y revisaron el escritorio, descubrieron los doce reportajes inéditos de Hemingway, que de inmediato publicaron, disparando la circulación.

MIÉRCOLES

Un reportero encarcelado

Juan Zanoni de la Garza fue el primer periodista de Veracruz perseguido por un gobernador (don Rafael Murillo Vidal). Aureliano Hernández Palacios era el procurador de Justicia y Rafael Arriola Molina líder del PRI estatal.

Desde la revista Basta!, Zanoni fustigaba, como soldado en una batalla campal, a Murillo Vidal, diciendo que Arriola Molina se había adueñado de su mente y su corazón, y por tanto, manipulaba al gobernador.

La revista era mensual, con una portada de fondo negro y letras en blanco, y a veces, publicaba una caricatura feroz, que irritaba a la cúpula en el poder político.

A través de un enviado especial, la elite gobernante ofreció a Zanoni 75 mil pesos de entonces, y Juan no tan sólo los rechazó, sino, además, publicó en portada el intento de soborno.

En respuesta, Arriola Molina y Hernández Palacios tramaron la detención de Zanoni, acusándolo de un asesinato en el parque Zamora, del puerto jarocho.

Zanoni fue encarcelado en el penal de Allende y la revista Basta! desapareció… para siempre.

Hoy, Juan cumple un año más de muerto…

JUEVES

La Afrodita de EU

Llega a las librerías de la ciudad el libro del reportero Francois Forestier intitulado ‘’Marilyn y JFK’’, que cuenta la historia, no romántica, sino sexual entre Marilyn Monroe, la mujer más deseada de su tiempo, y John Kennedy, el presidente más carismático de Estados Unidos, y quienes vivieran un romance de diez años.

En una página, el periodista del diario francés, Le Nouvel Observateur, dice, textualmente:

‘’Los Federales le habían intervenido el teléfono. Durante las dos últimas semanas (de su vida) Marilyn se había llevado a la cama al disc jockey Alan Freed, a Billy Eckstiene, a Freddy Otash, al entrenador de Rin Tin Tin, a John Hall Ramar de la Jungla, al limpiapiscinas de la casa, a dos repartidores de pizzas, al presentador Tom Duggan y al marido de su doncella’’.

Es decir, en dos semanas Marilyn, quien también fuera amante de Robert Kennedy, tuvo relaciones sexuales con diez hombres.

VIERNES

Los periodistas, ‘’sucios cabrones inútiles’’

En los tiempos de John Kennedy como presidente, el director general del periódico The Washington Post, el diario más influyente de Estados Unidos, era Phil Graham. Y Graham fue invitado para pronunciar un discurso en un seminario de la Associated Press. Pero dos días antes, para calmar los nervios, se encerró en un hotel con su joven amante, donde se alimentó de champán.

Y cuando Graham se trepó al escenario, empezó su perorata asegurando que los periodistas ‘’son sucios cabrones inútiles’’.
En otra parte del discurso también llamó a los reporteros ‘’parásitos sin vísceras’’.

Claro, con las doce botellas de champán que en compañía de su amante tomara en 48 horas, Graham también dijo que el presidente John Kennedy ‘’organizaba orgías en su piscina’’ y ‘’se folla a una de mis amigas’’.

Luego, y cuando ya tenía veinte minutos de discurso, Graham empezó a desnudarse delante de todos los trabajadores de la información de Estados Unidos.

Tres meses más tarde, en una crisis existencial, Phil Graham se pegaba un tiro.

El nuevo director de The Washington Post fue Benjamín Bradle, amigo de Kennedy, y a quien le tocara llevar el caso Watergate, que culminara con la renuncia de Richard Nixon a la Casa Blanca y volviera famosos en el mundo a los jóvenes reporteros, Carl Bernstein y Bob Woodard, cuyas vidas fueron llevadas a la pantalla por Robert Reford y Dustin Hofman en la película ‘’Todos los hombres del presidente’’.

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